¿Cómo escribir un microcuento efectivo?

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La efectividad en un microcuento es esencial a la hora de crear textos atractivos.

De ella depende que un microcuento pase de dinámico y explosivo, a aburrido y espeso. Pero ¿Cómo se hace eso? ¿Cómo podemos saber que un texto está siendo verdaderamente efectivo?  ¿Cómo podemos escribimos un microcuento de manera efectiva?

 

Breve aproximación a la efectividad.

 

A la hora de construir un microcuento debemos diferenciar entre virtudes y cualidades.

Un virtud es la capacidad que tiene una cosa de producir un determinado efecto positivo.

En nuestro caso, el efecto positivo de un microcuento es agradar a un lector. Y algunas virtudes que pueden ayudarnos a conseguirlo serían la claridad, la simpleza, el lenguaje directo (pincha aquí para conocer las virtudes cuánticas). No todos los microcuentos deben tener todas la virtudes.

Una cualidad, por otro lado, es un rasgo permanente, diferenciado y distintivo de una cosa que contribuye a que alguien o algo sea lo que es y como es. En este caso, las cualidades, que deben estar presentes siempre.

Es por ellos que desde Literatura Cuántica, y después de haber analizado muchos microcuento, hemos reducido a tres las cualidades esenciales que todo microcuento debe tener. Y son:

Del primero y el último ya tenéis artículo, así que hoy nos centraremos en el segundo.

 

La efectividad

Podríamos definir las EFECTIVIDAD como:

«La medida en que un objetivo o meta se cumple de manera exitosa y eficiente».

Ya lo hemos dicho antes: el objetivo de todo microcuento es trasmitir una idea central (si no sabías eso quizás deberías leer este artículo).

Por lo tanto podremos medir la efectividad de un microcuento en tanto su capacidad de trasmitir una idea.

Cuanto más clara se trasmita una idea de un microcuento, más efectivo será este. Sencillo.

 


/EL HOMBRE INVISIBLE/

Aquel hombre era invisible, pero nadie se percató de ello. 

 

Gabriel Jiménez Emán.

 

 


 

Este microcuento es efectivo ya que transmite una idea de manera sencilla y clara. Cada palabra (incluido el título) cumple una función.

Cuando se trata de microcuentos debemos evitar  la complejidad e intentar encontrar combinaciones imaginativas en los elementos simples.

Por supuesto, esto no quiere decir que debamos escribir siempre microcuentos de una línea: eso solo significaría ser breve, pero no tiene por qué ser efectivo, ni mucho menos original. (Recuerda que las tres cualidades deben operar juntas).

 

Comparemos estos dos textos de manera rápida.

 

Ana caminaba por el parque disfrutando del hermoso día soleado cuando de repente escuchó un fuerte estruendo. Miró hacia arriba y vio a un grupo de pájaros que salían volando de un árbol cercano. Intrigada, se acercó para investigar y descubrió que un gato callejero estaba intentando cazar a uno de los polluelos.

 

Y ahora el otro:

 

Un grito entra por la ventana. Si lo dejo salir, volverá a molestarme. Rápidamente bajo las personas y me entiendo con él. Le propongo sonar libremente en los horarios que prevé el reglamento. Él es frugal. Yo soy generosa. Sin embargo, la convivencia nos resulta imposible. A la larga, dormir toda la noche con un grito reprimido suele traer dolores de cabeza.

Ana María Shua

El primer texto, si lo planteáramos como microcuento, no sería un texto efectivo.

Carece de ritmo, se pierde en los detalles y el final irrelevante. ¿Podría valer como un párrafo de novela? Podría, pero NO como microcuento. En él solo se describe una situación, un evento ocurrido en un parque y la idea que trasmite es muy vaga o inexistente.

El segundo, teniendo una extensión similar, es mucho más efectivo.

Hay una historia: con su inicio, nudo y desenlace y además esta historia busca trasmitir una idea, un concepto (la represión de los sentimientos) de una manera impactante y original.

(Cómo no podía ser de otra manera tratándose de un texto de la excelentísima escritora argentina Ana María Shua. De la cual estamos locamente enamorados en Literatura cuántica).

Como acabas de comprobar: la efectividad no está en el número de palabras (repito que para eso tenemos la brevedad) sino en cómo utilizamos esas palabras.

 

 

Consejos y técnicas para aprovechar al máximo la efectividad

La efectividad como todas las cualidades y virtudes se pueden mejorar.

Lo primero era entender que es la efectividad y su importancia (ya lo hemos hecho). Y ahora podremos aplicar algunos consejos para mejorarla:

 

Mantén una sola idea central. Un buen microcuento debe centrarse en una sola idea o tema. Debes ser conciso y evitar distracciones innecesarias. Querer hablar de mucho en una narración breve es un error muy común. Céntrate en una sola idea y trasmítela con precisión.

 

Practica la brevedad: Ya hemos dicho que estos dos términos van de la mano. Lo que hagas en uno afectará en el otro. Dale un vistazo al artículo donde hablamos de ella. Y no la dejes de lado.

 


/LENGUA DE VÍBORA/

No tuvo que apretar el gatillo: bastó que lo forzara a morderse la lengua.

 

Jaime Valdivieso.


 

 

Busca la simplicidad: En los microcuentos, menos siempre es más. Ojo, ahora NO estamos hablando de brevedad, estamos hablando de simplicidad. Olvídate de tramas o situaciones complejas. Abrazó lo simple. Las cosas pueden ser locas cómo que una hombre se pierde dentro de un libro, pero simples: y termine convirtiéndose en personaje narrativo.

 

Crea una sensación de complejidad: A pesar de su brevedad, los microcuentos deben engañar al lector, mostrando falsa complejidad.

La mejor manera de entenderlo es con un ejemplo:


/LA ÚLTIMA CENA/

El conde me ha invitado a su castillo. Naturalmente yo llevaré la bebida.

 

Ángel García Galiano.

 


 

 

El microcuento es efectivo, cumple los consejos anteriores, pero además nos invita a imaginar en él cierta complejidad.

¿Por qué el narrador quiere matar al conde? Una acción como matar, en un mundo causal como el nuestro implica un motivo. Al mantener ese motivo lejos de la ecuación creamos lo que en Literatura cuántica llamamos: PROFUNDIDAD.

Esta profundidad lo que hace es darnos una sensación de complejidad en la trama, complejidad que en realidad no tiene.

 

Y, ahora, el consejo más importante de todos:

Practica.  Práctica todos los días cinco minutos, diez minutos, ¡UN MINÚTO! Aprovechas que la escritura diminuta no precisa de largas horas y dedícale todos los días unos pocos minutos: ¡verás cómo mejoras de manera increíble!

 

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